Sigo hablando de cosas esenciales

Sigo hablando de cosas esenciales.

De mis sombras, de mis luces, de mis inmundos arrabales.

Del Dios que te amasó esos pechos primaverales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

De lo injusto, de la codicia, de las fuerzas imperiales.

De este triste mundo azotado por los bríos señoriales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

Del amor, de las fiesta, de los sustentos espirituales.

De librarnos de la tiranía de los fetiches materiales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

De la danza, de la poesía, de las artes bacanales.

De la rijosa luna que nos agita las mareas viscerales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

De mi padre, de mi madre, de las raíces terrenales.

De esta raza humana que olvidó sus destinos fraternales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

Del sudor, del esfuerzo, de los afanes celestiales.

De la esperanza que sofoca nuestros fuegos infernales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

Del mar, del bosque, de los bellos animales.

De esas flores en que anidan tantas almas siderales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

Del niño, del anciano, de los ciclos naturales.

Del feroz tiempo que nos encorva las columnas vertebrales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

Del dolor, de la enfermedad, de los sufrimientos inmorales.

De la vampira muerte que succiona nuestros jugos arteriales.

Sigo hablando de cosas esenciales.

Del mas allá, de la reencarnación, de los mitos ancestrales.

De poder sumergirnos nuevamente en las aguas primordiales.